
Son las cinco veintinueve de la mañana, tengo que apresurarme, poco a poco se me vuelven a hacer escurridizas las palabras, las ideas se esconden y la bruma rosa cubre todo de nuevo.
Esta noche he tenido varios sueños, cada uno distinto pero al final unidos por un mismo hilo. Desperté con los ojos llenos de lágrimas que rebozaban en mis ojos a punto de caer; con un hueco tremendo en el pecho, como si de un golpe me hubieran arrancado el corazón, costillas, estómago e intestinos.
Desperté lleno de dolor que lentamente se desvanece en los primeros minutos de la mañana, y así de un segundo a otro, el dolor reconfortante me deja, cada noche muero y vuelvo con lo que queda de mí, resucito sólo para morir unos instantes después.
Es todo, las ideas se han ido.
Autor:Roberto González Rivera

