A veces veo cómo te quedas mirando al techo, al cielo, o a cualquier lado, como si estuvieras buscando algo que no puedes encontrar. No sé qué es, pero parece que es muy importante para ti. Soy paciente, espero, te miro y sonrio para que cuando vuelvas a bajar la mirada sea lo primero que veas. Que yo sigo ahí.
También veo cómo de repente te pones triste. Tus ojos cambian, y dejas de hacer cosas con las manos, como si de un momento a otro ya no quisieras jugar más.
Y cuando te sientes muy inquieta, te agitas, tiemblas y empiezas a moverte mucho, a reírte muy fuerte aunque no sea de verdad, o gritar de golpe, dar golpes y darte golpes.
Te miro y en todo eso me encuentro, aunque nunca lleguemos a entenderlo todo, no importa, ser diferentes está bien, porque nos tenemos los tres, y eso es suficiente.
Autor: Roberto González Rivera

