Existencialismo y un Perro
El Profesor (2018), protagonizada por Johnny Depp, nos plantea una premisa interesante: un hombre que, al enfrentarse a la muerte inminente, decide abandonar todas las convenciones sociales, su trabajo y las responsabilidades que lo rodean. Richard Brown, el protagonista, vive sus últimos días con una mezcla de humor ácido y nihilismo, buscando alguna forma de sentir que ha vivido plenamente antes de que el reloj se detenga. Hasta aquí, todo bien, ¿pero qué sucede al final?
Llegamos al desenlace, y Richard simplemente se va con su perro hacia lo que suponemos es su muerte. Una escena que debería representar paz y aceptación, pero que en lugar de eso, nos deja con más preguntas que respuestas. ¿Está planeando caminar hasta el agotamiento? ¿Se va a suicidar? Y lo más importante: ¿qué va a pasar con su perro?
Muchos espectadores, más allá de sentir el peso existencial del viaje de Richard, terminaron preocupándose genuinamente por el destino de su mascota. El vínculo entre Richard y su perro parece ser lo único constante y sincero en su vida. Sin embargo, la película no ofrece ninguna pista sobre lo que sucederá con el animal. La falta de resolución no solo sobre su vida, sino también sobre la del perro, deja un vacío incómodo. ¿Se llevará al perro con él hacia su final? ¿O el pobre animal terminará vagando solo después de que su dueño muera? No lo sabemos, y eso convierte lo que debería ser un cierre emocional en una fuente de inquietud inesperada.
Es difícil no pensar en la falta de consideración que parece tener Richard hacia su perro. Si bien él está preparado para morir, la película no nos deja claro si su fiel compañero tiene el mismo destino. Este final abierto, en lugar de darnos una sensación de cierre, nos deja con una mezcla de preocupación y perplejidad que es difícil de sacudir.
Burrito Rosa 