¿El principio del fin o una crisis sin precedentes?
El auge de la inteligencia artificial (IA) no solo marca un hito en la tecnología; para Google y para el vasto ecosistema de la economía digital, puede significar el principio de un cambio que va más allá de los algoritmos y las búsquedas. La IA, que se suponía el siguiente gran avance tecnológico, ha revelado una amenaza inesperada: desplaza el modelo de negocio que sostiene a Google, y con él, el sustento de miles de trabajadores, desde desarrolladores y publicistas, hasta el personal de limpieza y obreros de las plantas de datos. Estamos ante un fenómeno que deja ver no solo la fragilidad de los imperios digitales, sino el impacto devastador que una tecnología emergente puede tener en los puestos de trabajo de quienes parecían estar a salvo del avance tecnológico.

La era de la IA y el colapso de Google como titán de la publicidad digital
Google es, en su esencia, una empresa de publicidad. Su motor de búsqueda y los servicios que ha creado a su alrededor son el vehículo que usa para vender anuncios. Desde su nacimiento, este modelo ha sido tan exitoso que hoy la publicidad digital es una industria multimillonaria, con Google ocupando un papel casi monopólico. Sin embargo, el surgimiento de las IA generativas ha alterado radicalmente este panorama. Los usuarios ya no buscan navegar en páginas web; prefieren respuestas inmediatas, precisas y personalizadas, como las que proporciona la IA. Con cada consulta que resuelve una IA, se desvía el tráfico web de Google, y el modelo de ingresos que sustentó su imperio empieza a erosionarse.

La IA, al ser capaz de ofrecer información sin necesidad de dirigir a los usuarios a otros sitios, debilita no solo el flujo de tráfico en la web, sino la economía digital que Google consolidó. Al reducir la necesidad de visitas a páginas web, el modelo publicitario pierde fuerza. Si la publicidad digital decae, Google sufrirá pérdidas, y esta caída económica afectará a toda la cadena de empleos que depende de él, desde el ingeniero en software hasta el asistente de oficina, desde el publicista hasta el empleado de limpieza. La IA no solo representa una competencia; es una amenaza existencial para el modelo económico que Google, y el internet en general, han construido en las últimas dos décadas.

Precedentes históricos de cataclismos tecnológicos
Si miramos hacia atrás, encontraremos algunos paralelos en la historia que pueden arrojar luz sobre esta situación. La Revolución Industrial, por ejemplo, introdujo maquinaria que reemplazó a artesanos y trabajadores manuales, transformando la economía y provocando olas de desempleo en sectores que antes parecían indispensables. Las primeras cadenas de producción sustituyeron oficios tradicionales y, con ello, surgieron tensiones económicas y sociales que tardaron décadas en asimilarse.

De manera similar, la era de la computación en los años 80 y 90 marcó un cambio drástico, desplazando a trabajadores en tareas repetitivas que antes eran la base de la oficina tradicional. La llegada de procesadores de texto y hojas de cálculo relegó al papel a miles de empleos de soporte administrativo. Sin embargo, la diferencia fundamental es que, en aquellos casos, la transición generó nuevas industrias y oportunidades. Pero hoy, la IA amenaza con desintegrar más empleos de los que está creando. Y aquí, Google y su entorno representan el eje de esta amenaza, ya que la publicidad digital no solo financia empresas, sino comunidades enteras que dependen de este flujo económico para subsistir.

El efecto dominó: desde el publicista hasta el obrero en la planta de datos
La disminución de la inversión publicitaria en no es solo un golpe a su flujo de ingresos, sino un impacto directo en miles de empleos indirectos. La caída en el tráfico web afecta a agencias de publicidad, a creadores de contenido, y a cualquier empresa que dependa del posicionamiento en internet para obtener visibilidad. Pero el daño no se limita a las áreas digitales; se extiende a cada trabajador que mantiene este ecosistema. Desde el personal de limpieza en las oficinas de Google, hasta los obreros en sus centros de datos, todos dependen de la relevancia y rentabilidad de Google en el mercado.

Google ha invertido miles de millones en infraestructura, instalaciones, y personal auxiliar para sostener su crecimiento. Si la IA desvía el tráfico y erosiona su modelo de ingresos, no solo los trabajos especializados serán amenazados; también todos aquellos empleos de apoyo y servicios que hasta ahora parecían esenciales en el día a día de la empresa. Si Google reduce su tamaño, todo el ecosistema en torno a él sufrirá las consecuencias: desde los servicios de seguridad hasta el trabajador de mantenimiento, todos forman parte de un ciclo económico que hoy depende de la salud de Google y que ahora se tambalea con la llegada de la IA.

El ocaso de la web y el inicio de una era de sobriedad digital
Este cambio no implica solo una pérdida de empleos, sino el colapso de un modelo económico digital que sostuvo a comunidades enteras y a miles de familias. A medida que la web tradicional pierde relevancia y la necesidad de optimización de sitios disminuye, una vasta red de trabajadores y negocios verán desaparecer su sustento. La IA, que en teoría estaba destinada a “facilitarnos la vida,” ha puesto en jaque a toda una industria.

Así que, ¿será este el principio del fin de Google o una crisis inesperada que afectará a muchos más? Lo cierto es que la inteligencia artificial no solo está reformulando la tecnología; está destruyendo la estructura sobre la que se erigió una parte crucial de la economía global en el siglo XXI. Google tendrá que adaptarse, pero, en su transición, el coloso de la publicidad no solo redefine su futuro, sino el de miles de trabajadores en el mundo. Al final, como ocurre con todos los grandes cambios, solo el tiempo dirá si esta revolución será una mejora tecnológica o una crisis económica de dimensiones épicas.

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Bibliografía
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