El negocio más sucio con las placas más limpias: ¿Por qué todo el mundo quiere emplacar en Morelos?

¿Alguna vez has caminado por Polanco y visto un Ferrari con placas de Morelos y has pensado “¡Wow, qué orgulloso debe estar Tepoztlán de su flota de Lamborghinis!”? Bueno, spoiler: ese Ferrari no sabe ni deletrear “Jiutepec”, pero está emplacado ahí como si fuera a desayunar tlacoyos con Doña Mari cada domingo.
Bienvenidos al negocio vehicular más ridículamente funcional del país: emplacar tu coche en un estado donde ni vives, ni pasas, ni sabes pronunciar el nombre de los municipios. Porque en México la trampa no solo es un arte: es política pública.

Morelos: donde tus impuestos van a morir… de risa
Mientras otros estados cobran tenencia, reemplacamiento, y hasta peaje por existir, en Morelos te dan la bienvenida con una sonrisa, una hojita y un “pásele joven, aquí todo es legal… más o menos”.
¿Tienes un Audi de 1.5 millones? En CDMX te cobrarían casi $100,000 en tenencia. En Morelos, pagas $0. ¿Por qué? Porque la lógica aquí es muy simple: si el coche no tiene emociones, ¿para qué hacerlo sufrir?
Y no solo eso. El trámite es tan fácil que parece diseñado por el tío flojo del SAT. Ni siquiera necesitas vivir en Morelos. Basta con que un gestor (o un coyote, o un “funcionario creativo”) te consiga un comprobante de domicilio de una casa que probablemente no tiene ni timbre, y listo: ya eres oficialmente morelense. Bienvenido al padrón, hijo adoptivo del sur.

Coyotelandia: donde el trámite lo hace “un amigo del primo del cuñado del secretario”
Aquí es donde se pone bueno. Si alguna vez te preguntaste qué hace la gente que NO quiere pasar 6 horas en una fila bajo el sol con un folder lleno de papeles inútiles, la respuesta es clara: le pagan a alguien que sí quiera.
Los gestores en Morelos son tan eficientes que deberían darles una secretaría federal. Por unos $7,000, te consiguen placas, holograma, tarjeta de circulación, y te escriben una oda en náhuatl si se lo pides con cariño. No necesitas ir, no necesitas preguntar, y a veces ni necesitas ser tú. Solo paga y calla.
Y por supuesto, todo esto con la bendición de servidores públicos que ni fingen esconderlo. Hay exfuncionarios como “El Negro” (sí, ese es su apodo real, no un invento de Netflix), que lideraban redes de emplacamiento más organizadas que cualquier sindicato de transporte. Les pagas en función del valor de tu coche: un Ferrari paga más que un Tsuru, porque hasta para la corrupción hay clases.
El Ferrari que “vive” en una casa sin cochera
No es broma. Hay unidades habitacionales en Xochitepec donde supuestamente viven más Ferraris que personas. Las actas dicen que hay un 458 Italia en la misma cuadra donde un poste de luz lleva roto desde 2006. El auto jamás ha pisado el estado, pero legalmente “reside” ahí.
Esto no es un error administrativo. Esto es una coreografía perfectamente ensayada entre agencias automotrices, gestores, funcionarios con memoria selectiva, y dueños de autos que se tapan los oídos cuando alguien dice la palabra “tenencia”.
Y no olvidemos que hasta el Procurador General de la República (sí, el que supuestamente protege la ley) registró su Ferrari en una dirección falsa de Morelos. Porque si algo ha quedado claro en este país es que la ley es para el que no puede pagarle a un gestor.

¿Y Morelos qué gana? Pues… poco. Pero tampoco le importa.
A ver, la pregunta lógica sería: ¿Qué gana Morelos con todo esto? La respuesta corta: unos milloncitos en derechos vehiculares. La respuesta larga: una reputación de estado de trámite barato con vibe de zona franca fiscal del narco.
El padrón vehicular creció más que el ego de un influencer con micrófono. En cinco años, se disparó un 37%. La mayoría de esos coches ni han pasado por Cuernavaca. Son entes espirituales, emplacados en nombre, pero ausentes en cuerpo.
Y claro, esto saturó las oficinas. Hoy en día, si eres un ciudadano morelense de a pie y quieres hacer un trámite, tienes que madrugar más que un panadero. Las filas empiezan a las 3 a.m., hay peleas por fichas, y si tienes suerte te dan tu papelito. Si tienes MUCHA suerte, no está mal impreso.
CDMX, Edomex y Puebla viendo desde la barrera… y furiosos
Mientras tanto, en CDMX lloran billetes. Cada coche de lujo que se va a emplacar a Morelos es un golpe a la recaudación. Pierden miles de millones al año en tenencia. Encima, no pueden sancionar ni multar bien a esos autos porque no hay intercambio de datos real entre estados.
En Puebla y Edomex, aplican reemplacamientos, verificaciones rigurosas, y hasta multas cívicas. Morelos, en cambio, ofrece hologramas “00” como si fueran estampas de Panini.
¿Conclusión? El coche vive en Morelos, pero circula a sus anchas por CDMX como si fuera un diplomático suizo con inmunidad legal y moral.

Veracruz y la geografía de la impunidad
¿Y si decides vivir en Veracruz pero seguir con tus placas negras de Morelos, porque te gusta el contraste con tu coche blanco y tu sentido del humor gris? Buena suerte.
En teoría, sí puedes circular en Veracruz con placas de Morelos… si estás de paso. Pero si vives allí, te pueden multar con hasta $10,857 pesos, que es casi lo que cobra el gestor, pero sin el beneficio.
La ley veracruzana exige que, si tu residencia habitual es en ese estado, emplaques localmente. Así que si estás manejando por Boca del Río en tu Mini Cooper emplacado en Temixco, y llevas seis meses viviendo ahí, técnicamente estás en falta. O sea, es legal… hasta que deja de serlo. Como el reguetón a volumen alto.
La nueva placa negra: lujo y cinismo en formato metálico
Y como cereza en este pastel de cinismo, el gobierno de Morelos lanzó en 2025 una nueva placa negra, según ellos “más segura, más moderna y más chula que ninguna”. Tiene un diseño elegante, con fondo oscuro y letras blancas, como si el Batimóvil hubiera dejado la Baticueva para pasearse por Jiutepec.
Dicen que tiene elementos de seguridad, pero no especifican si eso incluye exorcismo contra gestores o detector de domicilios falsos. Lo que sí sabemos es que no es obligatoria, porque en Morelos no se imponen reglas, se sugiere cordialmente que tal vez, si uno quiere y no es mucha molestia, actualice sus placas. O sea, lo mismo que siempre, pero con brillo metálico.

Epílogo: el auto que escapó del SAT
Así que ya sabes. Si ves un BMW con placas de Morelos estacionado frente a un restaurante de $2,000 el cubierto, no te molestes en preguntar si su dueño vive en Cuautla. No lo hace. Vive en Las Lomas. Pero su coche, al menos en papel, es un orgulloso morelense de corazón… y evasión.
Porque en México no basta con tener dinero. Hay que tener también imaginación fiscal.

