Sentir que no se pertenece a algún lugar, dónde tarde o temprano llega ése sentimiento de vacío, de estar en caída libre, que de tanto entumecimiento da igual, y nada parece importar aunque a veces por inercia se siga hacia adelante.
Fue la sensación que tuve al terminar de ver la última temporada de la serie “BoJack Horseman”, es el nombre del protagonista y de la serie animada clasificada para adultos creada por Raphael Bob-Waksberg para Netflix; con lo anterior no quiero decir que me deprimió o que es una historia depresiva, sí, la depresión y el hastío tienen un papel importante durante la historia, pero también lo tienen la comedia, la amistad, la voluntad de seguir adelante y el amor pese al aparente sinsentido de la existencia. Una serie que difícilmente crea indiferencia.
BoJack es un caballo antropomorfo, actor de una exitosa serie de televisión de años pasados, un actor de un sólo éxito (o así lo fue por muchos años). Durante la historia Bojack, sus amigos y sus “no amigos” viven su vida tratando de seguir adelante para cumplir con lo que se espera de la vida, o para encontrar su propósito y el significado de la misma.
Divertida, a veces densa y agria, otras veces, ligera y fresca; si te has quedado sin “algo que ver” en NETFLIX, “BoJack Horsman” es una de mis recomendaciones, no puedo asegurarte que te gustará, tampoco lo contrario, sin embargo, podemos estar casi seguros de que lo recordarás.
Abrazos.
Magenta Dgr