Rutina

Ya no sé si quiero morirme o si quiero que todo explote y ya.
Pero seguir…
Seguir es lo que menos quiero.
Estoy cansado.
Harto.
Hecho pedazos.

Ya no soy yo.
Ya no queda nada.
Me estoy rompiendo poquito a poquito…
y nadie ve.
Me miro y no me reconozco.
Y ni me interesa hacerlo.

Te odio tanto.
Reventarme la cara a golpes nunca es suficiente.
Nada alcanza.
Eres un desperdicio.
De tu vida.
De tu juventud.
Y ahora de tu adultez.

No eres un pilar de mierda.
Ni siquiera la sombra de uno.
No sostienes nada.
Ni a ti mismo.
Ni a nadie.
Y todos son amables.
Demasiado amables.

Lo he visto todo.
He visto el cielo teñirse de rojo antes de que caiga la noche.
He visto rostros quebrarse en lágrimas,
cuerpos doblarse bajo el peso de lo inevitable.

He visto lo que fui.
Y sé lo que seré.

Un fantasma antes de morirme.
Un eco sin fuerza.
Un recuerdo que se desvanece sin dejar nada atrás.

Lo he visto todo.
La muerte de todos.

Cada día veo morir a las personas que me importan,
una por una,
y no puedo hacer nada.

No hay nada más que ver.

Puto ruido.
Esa maldita chicharra.
Ese sonido que nunca se calla,
que se clava en la cabeza,
que está ahí de día,
de noche,
siempre.

¡Cállate!
¡Muérete!

Quisiera que todo dejara de estar revuelto.
Agitado.
Como si todo flotara en una mezcla espesa
que no me deja ver.
Que no me deja pensar.

Eres patético.
Das pena.

Y lo peor…
es que ni siquiera eso importa.

Autor: Roberto González Rivera

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close